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21 may 2010

LLORIQUEO DE ALICIA RICALDE MAGAÑA EN QUINTANA ROO


CONSTE!
EL GRAVE ERROR DEL PAN


+ Ricalde Magaña se creyó el cuento de que podía ser gobernadora
+ Ahora quiere “zafarse”… no supo “amarrar” a dirigentes
+ Acción Nacional no debió tener candidato propio en el estado

Por CARLOS CANTON ZETINA
carlos_cantonz@hotmail.com

LAMENTABLEMENTE, y por muy “entrona” que sea y por mucho que haya trabajado como alcaldesa de Isla Mujeres, la panista Alicia Ricalde Magaña nada tiene qué hacer en la contienda por la gubernatura de Quintana Roo. Su llegada al poder en aquel municipio ha de verse no tanto como un triunfo de Acción Nacional, sino como de ella misma, que con su carisma hizo una campaña que le llegó a la gente. Gobernar la isla no es lo mismo que gobernar al estado. Se pasó de ingenua, y ahora sus lloriqueos son inútiles.
Además, la sociedad quintanarroense ha dado muestras de que no está preparada --¿o no lo desea?-- para que una mujer sea su mandataria a nivel estatal.
Quizá Alicia, tardíamente, se ha dado cuenta de todo eso y por eso recurre al fácil expediente de culpar a otros de que su campaña “no levante”. No haya cómo zafarse de la candidatura y regresar a su cómoda silla en el palacio de Gobierno de Isla Mujeres.
Si se afirma que Ricalde Magaña suspendió “temporalmente” --y como producto de sus berrinches-- su actividad proselitista, habría que preguntarse: ¿realmente en algún momento la inició de manera seria y eficaz?. Creemos que no. Ella dice que siente que “no cuenta” con el apoyo de los dirigentes del PAN, y así ha sumido en una severa crisis al partido del presidente Felipe Calderón. Ella alega que los líderes municipales “apoyan abiertamente” a Gregorio Sánchez Martínez, abanderado de PRD-PT-Convergencia a la gubernatura, y acusa: “He visto que la militancia está conmigo, pero algunos están confundidos y no entienden las posturas. Por eso prefiero que la dirigencia nacional ponga orden en la casa”. Más aún, sostiene que “el conflicto poselectoral en Yucatán” (el PRI recuperó Mérida, que 20 años estuvo en poder del blanquiazul) “distrae la atención de lo que pasa en Quintana Roo”. Este es un argumento fuera de lugar, se antoja inverosímil.
Y doña Alicia manifiesta una actitud incongruente, puesto que de un lado se queja de que no tiene el apoyo necesario de la dirigencia local de su partido, pero que sí tiene “el respaldo de la directiva nacional y de la MILITANCIA PANISTA”.
Es decir: si la alcaldesa con licencia considera que los panistas de Quintana Roo la apoyan, ¿qué entonces le preocupa?.
La candidata afirma que cuenta con 13% de la aprobación del electorado y que sus planes son mantener el “voto duro” del PAN y de los indecisos. Son sus cuentas alegres, y ella se las cree, las da como un hecho. ¿Qué entonces le preocupa?.
El conflicto con la señora Ricalde surgió porque Acción Nacional va en alianza con el PRD en la lucha por seis de las nueve presidencias municipales del estado. Y se queja de que en Cozumel y Playa del Carmen --ahora se ha agregado Tulum-- se han distribuido calcomanías y camisetas con la leyenda “Soy panista y estoy con Greg para gobernador”. Por eso ha formulado queja formal por la falta de apoyo. Y ya hizo que viniera a Quintana Roo un representante de la dirigencia nacional panista, Hugo Alfredo Sánchez Camargo, secretario de Fortalecimiento Interno, a quien le expresó su inconformidad por los “pitufos” supuestamente rebeldes… ¡o traidores!.
“Me hicieron pedir licencia como alcaldesa, era la última en las listas para la alianza, pero la verdad no encuentro apoyo de mi propio partido y mis dirigentes”, se lamentó. Pareciera que si alguien, apuntándole una pistola en la cabeza, la hubiese obligado a retirarse de la presidencia municipal. Ella lo hizo porque fue su PROPIA DECISIÓN, y porque, obvio, le ganó la ambición y pensó tener los espolones para acceder a la gubernatura del estado. En todo caso, sus asesores y amigos la engañaron haciéndole creer que sí tenía “muchas posibilidades” de ser la sucesora de Félix González Canto. Y ahora que observa la cruda realidad, ¡le entró el miedo y la desesperación!...
El enviado del cuartel general del PAN en el DF le transmitió un mensaje a Ricalde Magaña: no se vale que deje botada la candidatura, debe seguir adelante con su campaña. Y también llegó con la instrucción de “obligar” a la estructura local y a las cúpulas del partido en el estado a que “impulsen su campaña y dejen de secundar a su rival” (el pillo y acusado de narcotraficante Gregorio Sánchez Martínez). Pero, en rigor, nadie ni nada garantiza que esa orden que viene de la ciudad de México vaya a ser acatada. Por más que Sergio Bolio, líder estatal del blanquiazul, haya dicho en Playa del Carmen --muy a la fuerza-- que “reforzará la campaña” de la ingenua abanderada.
Porque mire usted: Bolio (acusado por el dirigente de Convergencia, Rubén Darío Rodríguez, de apoyar a Greg) declaró con todo desdén –y cinismo-- que eso del “supuesto” proselitismo que a favor de Sánchez Martínez llevan a cabo los comités municipales panistas en Cozumel, Playa del Carmen y José María Morelos, es… ¡”una simple percepción personal!”. Y con igual desparpajo añadió que existe “cierto nerviosismo” de parte de la candidata debido a que “de último minuto” fue designada abanderada, “sin embargo, los panistas quintanarroenses están dispuestos a acompañarla en su contienda”. Y, contrariamente al “apoyo” que doña Alicia dice tener del CEN panista, es sintomático que su líder nacional, César Nava, ni siquiera se ha dignado a acompañarla en ninguno de sus mítines, cuando las campañas empezaron hace más de diez días.
La ingenuidad e impericia políticas de la alcaldesa de Isla Mujeres quedan en evidencia. No son admisibles sus protestas contra dirigentes municipales de su partido: desde antes de ser designada como la candidata a gobernadora, o al menos en el momento mismo en que fue ungida, ella debió hacer “amarres” --eso era elemental—con aquellos líderes, y con otros muchos personajes no sólo del PAN sino de otros partidos y de la sociedad en general. Eso no lo hizo… es evidente.
Ahora, ¿de qué sirve su lloriqueo? De nada sirven sus palabras: “Tuve que dar un golpe en la mesa y poner orden en la casa. O soy o no soy. Aplican los estatutos o renuncio. Aquí hay que ser congruentes. No soy una imposición del Cen, sino una designación que responde a esa congruencia (sic)… Tengo el apoyo de la militancia, de los panistas antiguos y de los adherentes, pero las cúpulas se quedaron con el disco de la Coalición y se resisten porque adquirieron muchos compromisos alrededor de una figura, ni siquiera de un proyecto. Prácticamente me dejaron sola. Y bueno, no podía quedarme callada (…) Sin duda donde más me dolió fue en Cozumel, porque ahí el PAN tiene fuerza”.
Hay que recordar que Jaime Zetina, dirigente municipal panista en Cozumel, admitió que Gregorio Sánchez Martínez ha ganado terreno en esa isla debido a que la designación repentina de Alicia Ricalde nos colocó en una posición difícil, porque no era candidata de nosotros”. Paralelamente está el reiterado cinismo y doble lenguaje del payaso-demagogo-bailarín Greg, quien se atrevió a decir que “no pretende dañar a Ricalde”, la llamó “mi amiga”.
Es cierto que el PAN es el causante, en gran medida, de la derrota anticipadísima de su candidata a gobernadora. Porque estuvo jugando con la formación de la llamada “mega alianza” en que se uniría con el PRD y otros partidos políticos en busca de la gubernatura. Finalmente sólo se alió con los perredistas y con Convergencia en seis municipios (en los comicios para regidores) y en ocho distritos, para las elecciones de diputados locales.
Pero, quizá lo fundamental, es que el PAN falló al designar a Alicia Ricalde como su abanderada. Menos peor hubiera sido Gustavo Ortega Joaquín.
Aunque, viéndolo bien, el blanquiazul ni siquiera debió tener candidato propio a la guberatura.
Así que… hoy ya ni llorar es bueno.
Ni siquiera vale que la candidata diga que “es la única persona de las tres que buscan la gubernatura” que nació en Quintana Roo. Menos, que diga que es la que tiene más experiencia en la función pública.
Aquí lo que valdrá es la opinión --y su decisión ante las urnas-- de los quintanarroenses. ¡Y punto!.