+ La invasión del narcotráfico
en el gobierno muninicipal
+ Escándalos que van contra
su imagen y… la de Cancún
Por CARLOS CANTÓN ZETINA
Sumida su administración en un mar de corrupción y vínculos con el narcotráfico, desprovisto del control de su policía y cárcel municipales que fueron infiltradas por el poder de los ‘capos’ de la droga, sumergido él mismo en una serie de contradicciones, mentiras y declaraciones absurdas --como la de culpar a los padres de familia cancunenses de la inseguridad pública--, envuelto en escándalos como el motín en el penal y sus amigos y parientes acusados de tener nexos con el Cártel del Golfo, Gregorio Sánchez Martínez muestra su condición de ídolo con pies de barro.
Justo cuando cumplió un año de haber ganado la reñida elección para presidente municipal, que obtuvo por una mínima diferencia de 1.089 votos --el domingo 3 de febrero de 2008--, se inició el estrepitoso derrumbe de Greg. Su gobierno ciudadano y su propia imagen política y personal, cayeron de la gracia de la mayor parte de la ciudadanía.
Además, con los escandalosos sucesos ocurridos en unos cuantos días, Cancún exhibe ante el mundo su verdadero rostro: el de un paraíso… pero para el trasiego de drogas, un paraíso de corrupción y de inseguridad. Desde hace varios años, la prensa local se había referido a la presencia activa de Los Zetas, el peligroso brazo armado del Cártel del Golfo, en este balneario y, aparentemente, el único que desconocía esa situación era… ¡Greg!.
Es muy severo el daño que eso causa a éste que es el principal destino turístico del país, y cuya economía está basada en el turismo, sobre todo internacional.
Pero el “popular” Greg también cayó de la gracia del presidente Felipe Calderón Hinojosa y del gobernador de Quintana Roo, Félix González Canto.
“Me indigna, me molesta, me entristece”, expresó Calderón al enterarse del brutal asesinato del general de brigada Mauro Enrique Tello Quiñones, cuyo cadáver acribillado a tiros apareció en Cancún el 3 de febrero pasado. Y es que con la ejecución de Tello, el militar de más alto rango victimado en el país, se abrió un nuevo frente de guerra, ahora contra altos mandos del Ejército Mexicano.
González Canto, a su vez, demostró igual indignación y, por eso, dispuso que el gobierno estatal a su cargo asumiera el control de la Secretaría de Seguridad Pública y de la cárcel municipal cancunenses.
Y el subprocurador Regional de Procedimientos Penales de la PGR, Victor Emilio Corzo Cabañas, lo dijo muy claramente en Cancún: “Las investigaciones por la triple ejecución apenas comienzan, y se llegará a fondo, sin importar hasta dónde”. Lanzó una advertencia: “Cancún (el ayuntamiento) debe preocuparse y atender el problema de la venta de drogas que va descomponiendo a la sociedad…”
Por su parte, el general Arturo Oliver Zen, subjefe del Estado Mayor del Ejército --un importante mando militar--, expresó que Cancún ha representado para el Cártel del Golfo uno de sus principales puntos para recibir cocaína proveniente de Centro y Sudamérica.
El 3 de febrero de este año, con la ejecución de Tello Quiñones, se desencadenó una serie de hechos sangrientos y de sorprendentes revelaciones que constituyen una hedionda red de complicidades.
Así, Greg se convirtió en toda una desilusión para quienes votaron a su favor. Miles de ciudadanos que, con estupor, se han enterado de las graves acusaciones que pesan contra colaboradores de alto nivel del alcalde, y hasta algunos de sus parientes incrustados en la nómina del Ayuntamiento: presuntamente daban protección e información privilegiada a los narcos, a cambio de millonarios sobornos.
Antes de que el 10 de abril cumpla un año de haber asumido la presidencia municipal de Benito Juárez (Cancún), que apenas pudo ganarle a su rival priísta Victor Viveros Salazar, Greg ha perdido gran parte de su capital político, de la ‘popularidad’ de que tanto ha hecho gala y que ha tomado como pretexto para hacer lo que se le viene en gana.
Su menguada imagen dista mucho de aquella que tenía cuando asumió el cargo de alcalde, el 10 de abril del año pasado, y eufórico prometió luchar “contra la violencia y la inseguridad pública”. Cuando prácticamente se deslindó de la coalición “Con la Fuerza de la Gente” (PRD-PT y Convergencia) que lo arropó para llevarlo al poder, al afirmar que no se marcaría a su administración como solamente perredista, sino que sería “un gobierno ciudadano”. Más lejana está su promesa reiterada el 15 de septiembre de 2008 --colmado él de “popularidad”--, cuando en su primera ceremonia del Grito de la Independencia, en la Plaza de la Reforma, rompió el protocolo para clamar:
“¡Vivan los hombres y mujeres que luchan contra la delincuencia y la inseguridad…!”
De ese modo, elevó al rango de héroes a los policías y militares que sostienen una guerra frontal contra el crimen organizado.
Pero llegó la triste realidad. Tan sólo en unas semanas se le fue de las manos el control tanto de la policía municipal como de la cárcel de Cancún. Primero fue el brutal asesinato, precedido de torturas sinfín, del general Tello Quiñones, quien aparentemente asumiría el puesto de jefe policiaco; junto con él fueron victimados su escolta, el teniente de Infantería Geotulio César Román Zúñiga, y el civil Juan Ramírez, nada menos que sobrino de Greg.
Posteriormente se produjo la detención y arraigo --por parte de autoridades federales-- del Secretario de Seguridad Pública, Francisco Velasco Delgado, El Vikingo, y del director del penal, Marco Antonio Mejía López. Como remate, su presunto cuñado, el cubano Boris del Valle Alonso, El Boris, quien se desempeñaba como su asesor en materia de seguridad pública, fue arrestado en el D.F. por elementos de la Subprocuraduría de Investigaciones Especializadas en Delincuencia Organizada (Siedo), de la PGR, el mismo día --jueves 5 de marzo-- en que en un hotel de Cancún se efectuaba la Reunión Nacional de Procuradores de Justicia.
El Vikingo y El Boris, al decir de la Siedo, brindaron protección e información a Los Zetas. Más aún, el segundo de ellos “ha realizado diversos movimientos financieros en países de Europa”, según el comunicado oficial de esa dependencia federal. Significa que el amigo de Greg es lavador de dinero procedente del narcotráfico.
Y una semana después del asesinato del general Tello, el miércoles 11 de febrero, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) presentó en la ciudad de México a siete presuntos responsables de la triple ejecución. La novedad es que, entre ellos, figura Manuel Antonio Estrella Cervantes, ¡un policía municipal --de Cancún-- en activo!. Todos, miembros de Los Zetas.
LOS TRASPIÉS DEL ALCALDE
En su desesperación por aparentar ser ajeno a todos los escandalosos hechos a partir del 3 de febrero, el alcalde Sánchez Martínez ha incurrido en un largo rosario de traspiés. Uno tras otro…
Desde un principio, cuando fueron encontrados los cuerpos del general Tello y sus dos acompañantes, Greg negó que Juan Ramírez Sánchez fuera su sobrino. Ante los contundentes señalamientos de la prensa local, no tuvo más remedio que retractarse y admitir que sí era su sobrino, pero “aclaró” que no trabajaba para el ayuntamiento.
El alcalde volvió a mentir, porque lo cierto es que su sobrino estaba asignado como policía de Tránsito Municipal, con la clave de empleado 11030324. Su función real era la de escolta de su tío. Y era un chiapaneco sediento de dinero, que apenas iniciada la administración de Greg abrió un bar en la plaza 21, el “Baby Doll”.
(Ya desde el 7 de enero, el diario “La Verdad” de Quintana Roo había dado a conocer que otro pariente de Greg, su hermano Feliciano Sánchez Martínez, fue detenido en la ciudad de México por elementos de la Siedo y llevado al Reclusorio Norte, acusado de presuntamente encabezar una banda de secuestradores).
Tras el motín en el penal de Cancún, donde hubo una veintena de heridos y que fue provocado por el reo Martín Villanueva Vázquez, El Negro, miembro del grupo armado del Cártel del Golfo y “líder” de los 1.200 presos, Greg insistió en defender al ahora ex director, Marco Antonio Mejía. Y aunque desde el inicio de su gobierno la prensa ha dicho que la cárcel de Cancún es uno de los principales centros de operación de Los Zetas, el alcalde “ciudadano” declaró en estos días al semanario Proceso: “Desconozco o desconocía que había un grupo delictivo que controlaba la cárcel (municipal). Lo único que puedo decir es que desde que Mejía llegó, el penal se mejoró, se pintó…” . Esa fue una nueva y desafortunada declaración. ¡Como si realmente hubiera desconocido el poderío de El Negro, y como si bastara con “pintar” la cárcel para sanearla del narcotráfico!...
También, Greg se empeñó en defender a su amigo y colaborador El Vikingo, y lo hizo incluso después de que su ex director de Seguridad Pública fue arraigado y acusado de delitos contra la salud y de presunta vinculación con el crimen del general Tello.
El viernes 7 de marzo, elementos de la Siedo acudieron al palacio municipal para interrogar a Greg sobre el asesinato del general Tello y los posibles nexos del edil con el narcotráfico. Luego de casi 4 horas que duró su comparecencia, en vano quiso Greg ocultar el sentido real de la diligencia. Dijo que no fue interrogatorio, que sólo había presentado su declaración por escrito. Esto fue desmentido por la PGR. Sí fue interrogatorio…
Cuando las autoridades federales detuvieron a El Boris, Greg mintió nuevamente: manifestó que el aprehendido no era su cuñado ni era cubano. La prensa local se encargó de desmentirlo.
La cadena de errores siguió. El sábado 7 de marzo, en una proclama desde la explanada del Palacio Municipal, ante cientos de fieles de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, culto al que pertenece, el alcalde se atrevió a decir:
“La inseguridad no es problema de la policía ni del gobierno, es la irresponsabilidad de los padres, que no han sabido educar a sus hijos”.
Cinismo puro de Greg, expresado unas horas después del motín en la cárcel municipal de Cancún, y a donde no acudió para nada. Allí en la explanada saludó a los fieles: “¿Cómo está el pueblo del Señor?...”, y al final, muy sonriente él, comenzó a cantar el Himno a la Alegría, de Beethoven. Su esposa, la cubana Niurka Sáliva, presidenta del DIF municipal, no se quedó atrás: pidió a los asistentes “dar gracias a Dios por la bendición de tener un presidente (municipal) así…”. Más aún, la señora definió a su esposo como “un líder que no teme a los costos políticos, que está sanando a la ciudad de la pudrición”.